Sin sangre: sudor y bertsos
La emoción que pude experimentar no podría terminar de definirla nunca, ya que todo lo que viví en la final como espectador es lo que no he podido sentir ni siendo participante en un campeonato internacional.
El respeto que se muestra durante el evento es majestuoso: todo el mundo sentado, nadie habla, no se escucha ningún móvil... La improvisación es la que manda, la que pone las normas durante todo el día, y el público las acata disfrutando de una velada de los mejores bertsos que no se volverá a presenciar hasta dentro de 4 años.
Si quisiera hacer la comparativa en cuanto a mi entorno que es el Freestyle (rap improvisado), debería decir que partimos de un idioma común que es la improvisación con temáticas al momento, en la cual la diferencia principal es que los bertsolaris lo hacen a capela y con unos 30 segundos para pensar, mientras que nosotros lo hacemos sobre un ritmo de rap a unos 90 BPM (beats por minuto) de media y no tenemos tiempo para pensar nada.
Ni mejor, ni peor; distinto. Bajándome de los egos de rapero y de la manera que tenemos a la hora de medirnos pude apreciar que ambos podemos aprender mucho mutuamente. Lo que me sorprendió para bien es la calidad en cuanto a la construcción de las frases: todo con sentido, conectando las ideas a la perfección, sin muletillas, con un lenguaje muy elegante y creando la historia perfecta, ciñéndose a la temática con su introducción, nudo y desenlace... Impresionante.
A priori, tuve una envidia muy sana, me hubiera encantado poder formar parte de algo así ya que en mi mundo, la improvisación, se valoran otras cosas, entre ellas lo que nosotros llamamos el punchline, que en el bertso sería el golpe de gracia final con el que se cierra la estrofa.
Nosotros descuidamos muchos aspectos que para el bertsolari son básicos, por lo que en la pasada final aprendí muchísimo en unas horas. En lo que a lo profesionalmente respecta lo que aprendí me va a servir de mucha ayuda, y no sólo en ese aspecto, también en lo personal, ya que Maialen Lujanbio sigue siendo Maialen Lujanbio cuando baja del escenario; en cambio cuando Invert baja del escenario se convierte en Endika.
Nosotros, los raperos, una vez subimos al escenario empezamos una guerra verbal tratando de humillar al otro, utilizando para ello cualquier tipo de recurso tratando de desacreditar al contrincante. Y la verdad es que a veces nos hemos pasado de mordaces llegando a hacer daño. Pero el/la bertsolari no; su persona sigue intacta, su cara no cambia, no insulta al compañero/a ni saca trapos sucios. El/la bertsolari utiliza el arma más fuerte que es su propia retórica, sus recursos estilísticos y el lenguaje más bello y profundo para hacer que ese bertso improvisado sea algo que trascienda y vaya a algo más que ese momento improvisado que se lleva el viento con el paso del tiempo como ocurre en el Freestyle.
Un momento de la final que me dejo de piedra fue el ver que al dar a Maialen el título de campeona su gesto seguía entero, alegre, pero sin celebrarlo apenas; intacto, elegante y serio a la vez... No podía ni creerlo. En nuestro caso, cada vez que ganamos una competición, la emoción es tan fuerte que saltamos de alegría. En mi caso me tiré al suelo, y termine llorando de la emoción, pero el/la bertsolari sigue estando sereno/a, manteniendo la compostura sin hacer un gesto de liberación mental. Eso lo digo porque lo sé de buena fé; la presión a la que estás sometido en esos momentos es incalculable: todo un año de preparación depende de cómo te despiertes ese día, y al nombrarte ganador, nosotros al menos, explotamos de emoción.
Me supuso una grata alegría ser testigo de algo que no he podido ver en el Freestyle: ver ganar a una mujer. En nuestro género no son tantas las chicas que se animan a competir y por eso mismo me gustó mucho poder ver ganar a una voz femenina. Ojalá llegue pronto ese día al rap.
Otra cosa que me apasionó fue ver la cantidad de gente que fue al evento. Por ello quiero hacer la comparativa porque me parece increíble. Es para decirlo en alto: ¡FUERON UNAS 15.000 personas! Una cifra relevante si tenemos en cuenta que hablamos de EUSKADI, donde la situación lingüística condiciona el seguimiento del evento. Es increíble que una tradición siga así, con ese nivel de repercusión y profesionalidad. Comparémosla con la final de Freestyle que yo gané en 2014, a la que acudieron 23.000 personas. 23.000 es una cifra insignificante si tenemos en cuenta que abarca a toda la península ibérica; si hacemos la comparación en proporciones los raperos perdemos por goleada.
También he de destacar la edad media tanto de los participantes como de los asistentes. Me asombró mucho ya que está por encima de la de las batallas de gallos. Y eso lo digo partiendo del principio de que a mí me llaman "El abuelo" aunque solo tenga 33 años. Me ha encantado ver tanto a los competidores como a un público más maduro apreciando una estructura bien hecha con un contenido y sin un golpe bajo.
No quiero hacer de menos al mundo del hip hop, porque en este sentido estamos tratando de generar un cambio en cuanto a la competición y que se empiecen a valorar otras cosas y dar importancia a lo importante: el cómo hacer que algo perdure aunque sea improvisado. Creo que los raperos sabremos que todo va bien cuando en el público tengamos a nuestros abuelos animando. Actualmente copamos edades adolescentes a las que se juntan papas y mamas, pero muchas veces se debe a que el asistente no tiene la edad mínima; seria genial hacer que toda una familia asistiera también a lo nuestro.
Solo me resta dar las gracias a los ocho competidores porque lo que hicieron el pasado domingo fue una obra de arte improvisada. Darles las gracias de nuevo porque me han abierto un abanico de opciones para mi futuro profesional como rapero. Y volver a dar otra vez las gracias por despertar ese entusiasmo hacia el idioma y las ganas de volver a retomar el Euskaltegi para seguir con algo que me propuse y lo deje en el camino: improvisar en euskara.
¡Bertsolaris, nos vemos en 4 años!